jueves, 18 de agosto de 2016

Horror Man

Cuando el aire se convierte en el camino de la barbarie y el cielo, extirpando su significado místico,
se niega a ser un escaparate de eternidad para ser un asesino.

Cuando lo que hay que ver, es lo que el resto del mundo no quiere ver.
Atmósfera de derrumbes y pólvora.
El aliento de la muerte aposentado, de por vida, detrás de las orejas.

Miradas perdidas sin esperanza de encontrar nada.
Cada último latido creyéndose último.
Proscritos de la vida tranquila con preocupaciones mundanas.

Niños que no pueden ser niños al tener que ser daños colaterales.
Lágrimas de sangre que nadie limpia.
Muertos en vida enterrados en el panteón del olvido global.

viernes, 15 de julio de 2016

Las niñas y los niños deberían reír, no morir.

Todos los adultos han sido niños. Y los niños rebosan inocencia. Pero todos los niños han estado rodeados de adultos. Y los adultos carecen de ésta.

Los adultos pudren las flores que decoran la infancia de las niñas y los niños. Contaminan su pureza. Profanan su indefensión. Llenan de tinieblas su mundo. Convierten su felicidad en miedo. Penetran en sus sueños para hacerlos pesadillas. Hacen de unos pasos que se acercan, peligro y no compañía.

Son los adultos, aquéllos que se han olvidado qué eran de niñas y de niños, quienes les arrebatan la vida.

Cada cuerpo inerte de una niña o de un niño en el campo de batalla, es una bala en el corazón de la humanidad.
¿Cuántas balas más soportará, antes de morir definitivamente?.

Si ves a una niña o a un niño reír, guarda esa imagen en la retina de tu alma. Pues puede que lo siguiente que haga sea caer abatida o abatido por culpa de su futuro. Por culpa del presente de los adultos.