No, nadie sale del vientre de su madre siendo
independentista. Tampoco nos adoctrinan en las escuelas para serlo (en las
escuelas de Cataluña el único idioma que ha sido prohibido alguna vez ha sido
el suyo propio, el catalán). Los independentistas no somos las ovejas del
pastor de turno que busca el monte más verde para engordarnos por interés
personal, no (que no malinterpreten esta comparación los pastores).
No, no estamos llenos de odio hacia todo lo que huela a español.
Sí, rebosamos de incomprensión y dudas. Tenemos muchos por
qués y pocos por esto. Sí, hemos intentado de mil maneras distintas que esta
relación funcione pero nos hemos dado cuenta que no puede ser, que nunca
seremos tratados por lo que somos sino por lo que tenemos y ya se sabe que una
relación por interés y no por sentimiento, está condenada al fracaso.
Durante mucho tiempo hemos escuchado improperios de toda
clase contra nuestro pueblo, contra nuestra cultura, contra nuestras familias,
contra nuestra tierra, contra lo que somos. Siempre nos hemos consolado
convenciéndonos de que no toda España es igual.
Dicen que Cataluña divide pero
España lleva dividida desde hace mucho tiempo por si misma y una parte de esa
división, es a la que sí queremos, a la que la sentimos como nuestra, a la que
sabemos hermana, a la que le decimos lo siento por querer abandonarla a la
deriva, a la que pedimos que nos entiendan, a la que seguiremos visitando, recibiendo y
brindando por ella. a la que exigimos levantar la cabeza y sobreponerse a la
parte contraria de la polvorienta división nombrada, a la que queremos como motor de nuestro país vecino, a la que dedicaremos nuestro primer brindis si alguna vez nuestro país respira libertad.
Visca Catalunya lliure y viva España.
Esoo
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