viernes, 15 de julio de 2016

Las niñas y los niños deberían reír, no morir.

Todos los adultos han sido niños. Y los niños rebosan inocencia. Pero todos los niños han estado rodeados de adultos. Y los adultos carecen de ésta.

Los adultos pudren las flores que decoran la infancia de las niñas y los niños. Contaminan su pureza. Profanan su indefensión. Llenan de tinieblas su mundo. Convierten su felicidad en miedo. Penetran en sus sueños para hacerlos pesadillas. Hacen de unos pasos que se acercan, peligro y no compañía.

Son los adultos, aquéllos que se han olvidado qué eran de niñas y de niños, quienes les arrebatan la vida.

Cada cuerpo inerte de una niña o de un niño en el campo de batalla, es una bala en el corazón de la humanidad.
¿Cuántas balas más soportará, antes de morir definitivamente?.

Si ves a una niña o a un niño reír, guarda esa imagen en la retina de tu alma. Pues puede que lo siguiente que haga sea caer abatida o abatido por culpa de su futuro. Por culpa del presente de los adultos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario